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domingo, 15 de mayo de 2016

Crónica del Maratón de Los Chivichonchos

Justo hace dos semanas, Los Chivichonchos recorríamos algunos de los parajes cercanos a la ciudad de Soria en nuestra participación dentro del Maratón Ornitológico que organiza SEO/Birdlife todas las primaveras. Como en estos últimos años, hemos participado en la modalidad ecológica, es decir, sin utilizar automóvil. La novedad de este año es que hemos decidido emplear un vehículo al que no estamos muy acostumbrados, la bicicleta. Ya que estáis por aquí, pasad y leed la crónica de nuestro maratón. Los días previos al maratón son días de nervios. Lo reconocemos. Tampoco es que nos preparemos nada. No revisamos ninguna zona especial ni nada por el estilo. Pero nos gusta participar. Nos gusta ver aves. Nos encanta este modelo de competencia, casi con nosotros mismos, por ser capaces de detectar el mayor número de especies de aves. Así que los preparativos en este caso solo eran la observación, casi compulsiva de mapas de tiempo y modelos meteorológicos. Ya íbamos viendo que el fin de semana no iba a llover, aspecto importante por supuesto, pero eso no implicaba que fuera a hacer buen tiempo, antes al contrario, según apuntaban los modelos del fin de semana, la posición del anticiclón nos "regalaba" unos vientos de componente norte implacables, vamos, el típico cierzo del que tanto presumen en Zaragoza pero que en nada tenemos que envidiarle nosotros. Y si no, que se lo digan a los romanos a los que el "cicicum" les causaba más pavor que los mismos numantinos. Y para más inri, el viernes 29 de abril hizo un día perfecto, maravilloso. Nosotros decidimos hacerlo el domingo 1 de mayo que apuntaba algo menos malo que el sábado 30. Un último contratiempo. Por cuestiones laborales perdíamos a uno de nuestros componentes, a Luis Eduardo Molina que, dentro de lo malo, iba a servirnos para transportar bicicletas y para recogernos al final del maratón. También causó baja por motivos familiares nuestra compañera France Philippart de Foy, al menos en nuestro equipo porque, en una hábil maniobra por nuestra parte, la enviamos con otro equipo participante de Madrid "Los Verderones Serranos", en plan topo, los cuales hicieron el maratón el fin de semana anterior. La alineación titular de Los Chivichonchos en este maratón era la formada por Fabio Flechoso del Cueto, Jesús Ruiz Rodrigo y Juan Luis Hernández Hernández, el encargado de hacer esta pequeña, o no tan pequeña, crónica. La ruta este año la variamos por el viento. Al menos, tener el viento norte a favor, de espaldas. Y la novedad de las bicicletas. A las seis de la mañana desembarcamos en un punto del término de Velilla de la Sierra desde donde, otras veces, oímos búho chico, mochuelo y alcaraván. El impacto del viento fue bestial y nos hizo plantearnos qué narices hacíamos allí. Podíamos haber tenido un albatros ojeroso o un avestruz delante pero si no se hubieran chocado con nosotros habría sido imposible verlas u oírlas. Las que empezaron a cantar son las alondras comunes a las que parecía darles igual el viento fuerte y fue nuestra primera especie. En Velilla de la Sierra Molina nos estaba preparando las bicicletas. Si hubiera pasado alguien a esas horas seguro que habría pensado que esa gente estaba mal de la cabeza. Desde allí salimos en dirección Garray. Por el río Merdancho apenas si empezaba a cantar algo. ¿no íbamos a sacar ni siquiera autillo? Pues no, no lo sacamos ni al autillo ni a ninguna otra especie nocturna.
Sorprendidos por esta causa y por llegar tan pronto a Garray, empezamos a anotar especies propias de ribera. En el Tera en Garray tardamos un rato en ver a un pescador, de lo concentrados que estábamos, que debía estar alucinando al vernos llegar a las siete de la mañana y desarrollar unos movimientos raros, de acá para allá, anotando un chochín, ¿habéis oído un mosquitero ibérico al pasar por el puente dice Fabio? ¿y el torcecuello ahora mismo, apunto yo? No hay tiempo que perder. Nuestro destino era el Soto de Garray, los terrenos donde la Junta de Castilla y León pretendía impulsar una, mal llamada, Ciudad del Medio Ambiente y donde como recuerdo imponente del despilfarro y de la estulticia humana quedan unas cúpulas a medio construir que destacan en el Soto. Y el Soto, a pesar de las agresiones, no defraudó. En poco más de una hora sacamos 40 especies, algunas que iban a ser únicas a lo largo de día como garza imperial, carricerín común, curruca zarcera... Entre los fresnos el viento parecía aquí menos fuerte. Pensamos que nos equivocamos al empezar el día en Velilla. Aquí, quizás podríamos haber sacado autillo o cárabo. Pero contentos. Esta entrada debería estar más ilustrada pero ninguno de los tres pensaba en fotos. Fabio nos inmortalizó a Jesús y a mí volviendo ya hacia Garray pues la ruta nos llevaba dirección Soria capital, siguiendo el cauce del Duero.
Eran las diez y salíamos de Garray con 75 especies, cifra alta a nuestro modo de ver. Por la senda del Duero nos desplazamos rápido. Es muy agradable ir oyendo desde la bicicleta todo el cohorte de especies típicas de estos medios con ruiseñores, pinzones y chochines como tenores destacados. Sumando nuevas como herrerillo capuchino, escribano montesino, reyezuelo listado llegamos al puente de la variante de Soria. Allí sabemos que se mueve un mirlo acuático pero este año el Duero baja crecido y no están las piedras-posadero habituales. Pero ahí está Fabio para cantar la presencia de un ejemplar casi bajo las pasarelas existentes. Al mismo tiempo Jesús observa que entre las muchas golondrinas presentes un par de dáuricas aparecen. ¡Que preciosidad! Para no quedarme atrás yo canto al poco una garza real, especie que muchos años nos ha fallado. Al pasar por el Fielato valoramos la posibilidad de tomar un café pero el frío mañanero lo ha paliado el pedalear continuo así que seguimos por el Duero hasta el viaducto sobre el río Golmayo donde tenemos pensado dejar las bicicletas. Y allí la hábil vista de Jesús detecta un abejaruco mudo, algo raro y que ilustra a la perfección las características del día que vivimos. El final de nuestras espaldas agradecen el dejar de torturarlas, aunque nos habrían venido bien para atravesar el encinar de Valhondo hacia los Rábanos donde en más de una hora, como era previsible, no sacamos ninguna especie. El ensanchamiento del embalse en Dos Ramas nos hace sumar algunas previsibles aquí, como somormujo lavanco o chova piquirroja. Una pareja lejanas de somormujos nos hizo estar un rato de risas porque en la posición que estaban, dormitando, parecían desde porrones a cualquier otra acuática rara. Fabio llevaba consigo un super catalejo de una conocida cadena de hipermercados, de los de 60 euros. A ver, como decimos esto, sin herir susceptibilidades. Claramente, este catalejito con su mini trípode no sirve, así que cuando vuelvan a sacarlo no lo compréis. Yo era el más firme defensor de que fueran porrones pero, aquí se demuestra la legalidad de los ornitólogos, nos quedamos hasta comprobar o descarta tal circunstancia. Y eran somormujos. 8 había en total. El cuerpo nos pedía comer. No era muy tarde pero no paramos hasta llegar a Los Rábanos. Aquí falló el halcón a pesar de que yo canté un gran hit que Molina había patentado en otros años, remedo de una conocida coplilla propia de saraos y fiestas varias a saber "halcón, halcón, halcón, hemos venido a por el halcón, el alimoche nos da igual..."
A pesar de que eran las dos de la tarde y al sol, hacía frío como se puede ver en la instantánea oficial del grupo que nos hizo un chavalillo que estaba pescando allí. Todavía no habíamos llegado a 100 especies -objetivo que nos habíamos propuesto anteriormente- pero fue subir el repecho que otros años se nos hace tan duro y sacar bisbita campestre, curruca rabilarga y tórtola común, llegando a esa cifra redonda. Objetivo conseguido. Las lagunas eran nuestra esperanza para un resultado más que honroso. En la cara sur del monte de Matamala el viento no soplaba. Incluso nos quitamos alguna prenda. Íbamos por una finca privada y en esto que vemos por el camino que íbamos una pareja con un niño. La chica nos avisa de que no podíamos estar por aquí. Nos preguntan si no sabemos que no se puede pasar por allí y yo contesto que no, que no lo sabíamos. No debí resultar muy creíble -ya me dicen en algunos ámbitos familiares que no sé mentir- pues a los quince minutos estaba el guarda de la finca allí con su todoterreno a preguntar por nuestras intenciones. Para lo que suele ser normal, una persona super maja que quedó totalmente convencida de la historia que le contamos y de que eramos inocentes pajareros y no cazadores furtivos de corzos. El hombre incluso se ofreció a llevarnos al final de la finca con su coche. Nos habría ahorrado un par de kilómetros al menos de duro e improductivo camino, pero rechazamos amablemente la oferta ¿Seremos tontos? No, los chivichonchos somos legales así que continuamos el duro camino con la mente ya puesta en la primera de las lagunas que nos esperaban, la laguna de Cintalaranza en Alconaba.
En campos anteriores a ella, terreras comunes. Y en la laguna ya casi los primeros limícolas con cigüeñuelas, archibebes comunes y claro y andarríos bastardos. Pero aquí estábamos detrás del rabilargo. Habíamos pasado por varios puntos en los que había bandos. Esta podía ser la especie "tonta" que nos fallara. Pero, en el último momento, las voces de un pequeño bandito. Rumbo a las otras lagunas, la Guarrera, donde anotamos un lejano ejemplar de águila real, avión zapador y focha. De aquí a la del Cubillo, nuestra gran esperanza pues Jesús había estado el día de antes y, de seguir presentes, tendríamos 7 o 8 especies nuevas. El viento de cara ahora era muy fuerte. La laguna la veíamos pero nos costaba llegar. De lejos se intuía una figura blanca, el tarro blanco ¡bien! y otra grande, un ganso del Nilo. Dudas. ¿Esta especie cuenta? Pero ¿donde está el ánsar que ha hecho de esta laguna su casa? No puede haberse ido hoy precisamente. Nooo, ahí está. Unos chorlitejos grandes se levantan. Pero nada más. Las gaviotas del otro día y algún limícola más volaron. No pasa nada. Estamos haciendo un buen maratón, disfrutando del día, de la compañía, de las anécdotas, de las aves evidentemente. Emprendemos camino hacia la última laguna, la Herrera en Aldealafuente. Ya Molina ha llegado y nos espera. Al llegar a laguna hago una foto de mis compañeros, en donde si, se ven cansados, pero contentos y satisfechos. Unas tarabillas norteñas son la última especie que anotamos. 118 en total, para un total de 51 kilómetros recorridos, 20 de ellos en bicicleta.
Según esto, hemos quedado los segundos en nuestra categoría detrás de los imbatibles Tramuntana birding. Esperamos verlos en el Gran Reto del otoño y compartir con el resto de colegas, esta apasionante aventura que es y sigue siendo observar aves. PD. Las anécdotas de la jornada se prolongaron al día siguiente pues, al levantarme empece a buscar la libreta donde había anotado las diversas especies del recorrido. No la encontraba. Por ningún lado. Además ahí tenía varios censos del programa SACRE y del Atlas de Primavera. Por suerte, se me había caído en el coche de Molina.

1 comentario:

  1. ¡Qué maravilla! 118 aves. Felicidades. Menos mal que la libreta se cayó en el coche. Me alegro.
    Un abrazo muy grande.

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